¡La kiosquera de los ojazos!


Fui a comprar el periódico y la chica del kiosco me reconoció porque me había visto en una de sus revistas porno. Estuvimos hablando, le dije si le apetecía conocer mi mundo de desenfreno sexual y me fui para casa con el periódico en un brazo y la kiosquera en el otro.